Los alemanes son un pueblo austero y práctico. Pueden tener casas más o menos grandes y más o menos bonitas, pero en general, por lo que yo he visto, no son de gastarse mucho dinero en decoración o en reformas. (Salvo que en lo que respecta al jardín o que estemos en Navidad. Ahí cambia la cosa.) Sin embargo, el coche es otro tema. Igual que hay españoles que tienen una casita en la playa o en el campo como segunda vivienda, hay alemanes que tienen coche de invierno y... coche de verano. Lo que no se gastan en la casa, se lo gastan en el coche (o en las vacaciones, que viene a ser lo mismo).
La verdad es que el clima de este país, al menos en Baviera, se presta a tener un descapotable que sacar a pasear en primavera, que es primavera propiamente dicha, dura más que la española y no hace tanto calor como para que te moleste el sol. (Esto me lo imagino, porque la verdad es que la única vez que monté en descapotable fue en Madrid, pero se me entiende, ¿no?)
El caso es que en cuanto se derrite la nieve y el sol empieza a calentar un poquito, se empiezan a ver descapotables por la calle y muchos de ellos son oldtimers, es decir, reliquias del pasado, restauradas y puestas a punto, que, al menos a mí, me llaman mucho la atención (en realidad yo querría ser de las que tiene coche de invierno y de verano, pero de momento me temo que me tengo que conformar con mirar.)
De vez en cuando se organizan exposiciones de coches, como la que hubo este fin de semana en la Frühlingsfest (la hermana pequeña de la Oktoberfest) y como además hacía un día estupendo nos fuimos para allá y disfrutamos un rato admirando maravillas como estas...
Este concretamente me lo habría llevado a casa con los ojos cerrados
Había una "sección" dedicada a reliquias americanas
También había un pasillo dedicado a las VW Bus. Me las habría llevado todas.
Esto fue un intento de panning, aunque iba tan despacio que más bien parece una foto movida. Pero ¿a que mola el coche? Me recuerda al 600 blanco que tenía mi madre. ¿¡Por qué lo vendiste Mami?!?
El azul de la derecha también era candidato a alojarse en mi garaje. ¿Cuánto costará uno de estos?
En definitiva, no sé si disfrutaron más los niños, el padre o yo. Porque además la visita la rematamos con unas cervecitas en buena compañía, un paseo y unos dulces típicos, y nos volvimos para casa la mar de contentos.