Y ese trauma es extensivo al examen de acceso a cualquier vehículo, llámese barco, avión o... bicicleta! Vamos, que difícilmente me veréis conduciendo un helicóptero. Igual si hubiera nacido en Alemania esta historia se hubiera resuelto mucho antes, sin traumas ni tensiones, porque resulta que los niños alemanes, a la tierna edad de 10 años (es decir, en cuarto de primaria), tienen que sacarse sí o sí el Fahrradführerschein.
¿¿¿Y eso qué es???
Pues el carnet de bicicleta, ni más ni menos.
Las clases las imparten dos policías, que van al colegio durante varios días (5, más o menos). Hay teoría y práctica. Les enseñan las señales de tráfico, las reglas de preferencia, como "poner el intermitente", por donde se puede ir y no ir, y demás reglas aplicables a la conducción en bicicleta, como que es obligatorio llevar casco o que si cruzas la calle tienes que bajarte de la bici.
Para las clases prácticas pintan un circuito en el patio del cole y ensayan lo que les han explicado en las teóricas, mientras los policías les miran y les corrigen los fallos. Y finalmente tienen el temido (por mí, no por ellos) examen teórico (tipo test, formato oficial) y un día después, el práctico. En el curso de Gonzalo no suspendió nadie, así que no sé qué pasa en esos casos. Según G, no pasa nada, lo vuelves a repetir hasta que apruebes, pero no estamos muy seguros. El caso es que yo no le vi para nada estresado con el tema, al contrario.
¿Resultado? Ahora se sabe las señales
Gonzalo, posando entusiasmado con su bici nueva. Cuando crezca la heredaré yo.
Además, el día después del examen práctico se podían llevar la bicicleta al cole (las bicicletas con las que practicaron los días previos las traían los policías-instructores, "Mamá, es que venían con un camión!") para pasar una especie de ITV. Después de comprobar que tiene reflectores, luces delante y detrás, timbre y todos los accesorios obligatorios para una conducción segura, les pegan una pegatina y la bicicleta ya está homologada. Si no, no la pueden usar para ir al colegio.
Yo de esto saco muchas conclusiones. Habrá quien piense que son los alemanes son muy cuadriculados o que los niños son muy pequeños... Pero para mí es una muestra más de lo ordenados y disciplinados que son, de como hacer las cosas bien, desde el principio. Con 10 años los niños ya tienen un cierto grado de autonomía que no les viene nada mal, y prácticamente sin esfuerzo por su parte, porque desde luego Gonzalo no se ha agobiado lo más mínimo con el tema. Lo bueno es que ahora quiere ir a todas partes en bici, faltaría más, y yo le entiendo, porque ¿quién no se ofreció voluntario para hacer todo tipo de recados nada más sacarse el carnet de conducir? ¡Habrá que aprovechar mientras dure! Y seguro que cuando llegue el momento de sacarse el carnet de conducir, le resultará mucho más fácil que a mí.
EDITO para añadir que, para más inri, esto es absolutamente gratuito. El único dinero que hay que gastarse es el de la bici nueva para el niño (pero eso es voluntario, claro!)