Después de tres semanas en Alemania, hay tres cosas que no me terminan de convencer de vivir aquí, a saber (no necesariamente por este orden):
- Los insectos: moscas, mosquitos, arañas... ¡están por todas partes! Supongo que es lo que tiene vivir casi-en-el-campo, pero, aunque nunca pensé que lo diría, te acostumbras (las ventanas cerradas ayudan).
- La cal del agua: es increible, tenemos un filtro de agua instalado en el grifo de la cocina; el filtro en cuestión tiene a su vez un filtro específico para la cal que en condiciones normales dura unos cuatro meses... pues bien, lo cambié nada más llegar (es decir, el 17 de agosto) y ya está naranja!!! (vamos, que no nos dura ni un mes!)
- Esto casi me da vergüenza contarlo... pero ahí va. El sistema de basuras, ¡¡¡no lo entiendo!!! Aquí se recicla todo, así que un día pasa el señor de los envases, otro día pasa el de la basura orgánica, otro día el de la basura "verde" (restos de poda, etc.) y otro día el papel. Para empezar, las bolsitas amarillas de los envases no se encuentran en el súper, sino que hay que ir específicamente al punto verde a por ellas (menos mal que nuestros encantadores vecinos nos proporcionaron desinteresadamente unas cuantas, porque ¡aún no sabemos donde está el punto verde!). Lo peor no es eso. Lo peor, es que aquí el camión de la basura no pasa todos los días... ni si quiera un día sí y otro no. Puede estar una semana entera sin pasar. De hecho, según el calendario (tenemos un calendario anual donde está todo detallado), la frecuencia de cada camión suele ser de... (tratatachannnnn) ¡dos semanas! ¡¡¡dos semanas sin recoger la basura!!! (en verano, gracias a dios, tienen el detalle de pasar una vez por semana). Nuestos cubos de la basura se guardan en una especie de compartimento a la salida del garage y la verdad es que no se ven bichos revoloteando alrededor (deben estar todos dentro poniéndose las botas), ni tampoco hay olores, pero... ¡lo llevo fatal! Claro, así va el país, se deben ahorrar un pastón en gasolina, mantenimiento de los camiones, sueldos de los barrenderos... incluso bolsas de plástico, ¡¡¡las dichosas bolsas amarillas hay que aprovecharlas al máximo!!!
Otro tema curioso es el de los horarios... pero de eso hablaremos otro día.
En cambio y para compensar, hay otras cosas que me encantan de vivir aquí:
- Hay cientos de miles de tipos de pan, casi todos (creo) integrales, de trigo, de centeno, de cebada, de varios cereales, con semillas, sin semillas, incluso de patata... Desde que hemos llegado sólo he repetido una vez, y los que me conocen saben lo que me gusta desayunar mi pancito integral...
- La gente es muy civilizada, por ejemplo, dejas el cubo de la basura fuera una semana porque te vas de vacaciones (recordad que aquí se toman su tiempo con lo de la basura) y a la vuelta sigue ahí. También se ven bicicletas sin candado por la calle, no roban, no hacen grafittis... Una de las cosas más sorprendentes que he visto últimamente ha sido esto:
Un puesto de calabazas a pie de carretera... de autoservicio!
- En todas partes venden comida ecológica, incluso carne, pollo, huevos... en España encontraba leche y yogures, pero lo demás era más complicado. Eso sí, la compra está cara. Y curiosamente (¿curiosamente?) la mayor parte de la fruta ecológica que he visto en el súper es... española, como no.
- Tenemos jardín. Con fresas silvestres y moras. ¡Y un mini bosque al final!
- Vivimos a 5 minutos de un lago que parece el mar (me encantaría ir al amanecer a hacer fotos, pero me puede la pereza).
- Los yogures, si quieres, los venden por litros. Y los arándanos y las grosellas en cestas de medio kilo. Tengo que aprender a hacer tarta de arándanos. ¿Alguien tiene una buena receta?
- Hay un montón de cosas que hacer y sitios que ver, con y sin niños, es increible lo bonita que es esta zona, incluso me agobia, ¿nos dará tiempo a verlo todo?
Y cambiando de tercio, para terminar os dejo con Olivia -acompañada de su inseparable "Guau" experimentando con la leche en vaso. Lamentablemente no tengo más fotos del fin de semana porque en un descuido imperdonable (no volverá a pasar) dejé la tarjeta de memoria en la ranura del ordenador y cuando volví ya no estaba. Casualmente Olivia había estado por allí, a saber qué hizo con la dichosa tarjeta...