Cuando las temperaturas máximas no superan los -9ºC... y las mínimas están por debajo de los -22ºC... ¡¡¡toca abrigarse!!! Obvio, ¿no? Y resignarse (para qué negarlo). Y quedarse en casita al calor de la chimenea, o en su defecto, de una buena calefacción... No está el tiempo estos días como para dar muchos paseos. Hace tanto, tanto frío, que no descarto empezar a usar la terraza a modo de congelador. ¡En serio! Fernando está encantado con sus cervezas fresquitas en el garaje... y yo con más espacio en la nevera! Además, con estas temperaturas los virus también se congelan y por el momento (toco madera) estamos todos sanos. ¡Hay que saber ver la parte positiva!
Lo más apetecible en estos casos viene siendo un chocolate caliente al lado de la chimenea (encendida, claro). Pero llega un momento en que necesitas airearte, y por muchos "minus" que haga fuera, hay que salir a respirar ese aire gggélido que dicen que es tan sano...
Así que el domingo, a pesar de los -9ºC decidimos dar lo mejor de nosotros y, en vista del sol radiante que lucía, nos animamos a sacar la patita... ¡para luego poder contarlo! Ni cortos ni perezosos nos acercamos al lago con Olivia (aprovechando que los chicos, que son los que suelen protestar en estos casos, estaban durmiendo en casa de un amigo)... y nos lo encontramos con principio de congelación! (el lago, no Olivia).
Eso sí, los patos seguían allí perennes... ¿qué comerán? Ahora entiendo por qué los abrigos de plumas son los más caros!
Nosotros, muy aplicados, nos forramos hasta casi las cejas y conseguimos sobrevivir al asunto. Sólo nos faltó el pasamontañas (por lo menos a mí). La más lista fue Olivia, que no consintió en bajar de los brazos de papá. ¿Por qué sería?
Nuestro paseo duró 20 minutos escasos (trayecto en coche incluido). Espero que comprendáis la brevedad de este post... y que haya subido tan poquitas fotos...
¡Feliz semana!