R.- ¡¡Una pilila de vaca!! (no recuerdo exactamente qué era lo que pensaba que era
una pilila de vaca)
G.- Rodrigo, ¡¡las vacas no tienen pilila!!
R.- Qué pasa, ¿qué son todas chicas!?!?!?"
Gonzalo, mientras atravesábamos algún pueblo típico:
"Mamá, ¿por qué todas las casas alemanas tienen grafittis de Dios?" (se refería a los
trampantojos, claro)
Rodrigo, de camino al cole:
"Altalo Mami" (el volumen de la radio, si para ponerlo más bajo es "bájalo", para
ponerlo más alto, lógicamente, es "általo")
En Neuschwanstein, el Castillo de Blancanieves:
Gonzalo: "Noooo Mami, el castillo de Blancanieves no, nosotros somos chicos, ¡¡no nos gustan las cosas cursis!!"
Rodrigo, subiendo a Neuschwanstein, (sabéis que hay dos castillos, Neuschwanstein
y Hohenschwangau, del cual tengo que decir que pasamos olímpicamente):
"¡¡¡Halaaaaa, el amarillo mola!!! Y el blanco... ¡Es un poco guay!"
Gonzalo, por la calle, al cruzarnos con una mujer con ¿chador?:
"Mira, ¡¡¡un ninja!!!" (aclaración: está obsesionado con los ninjas desde que hace dos
años leyó un libro de guerreros...)
Gonzalo, una tarde cualquiera:
"¿Por qué cuando comes picante te salen mocos líquidos?" (alguien tiene la
respuesta?)
El primer día de cole, Gonzalo:
"¡Tenia razón Papá, el cole es súper mega guay!" (dudo mucho que su padre
utilizara las mismas palabras, pero bueno...)
Y aquí os dejo con unas fotos de Füssen, el pueblo de al lado de Neuschwanstein, donde nos tomamos un delicioso helado y descubrimos unos dulces con forma de bola de nieve (lástima que la la pastelería estaba cerrada!)