Ha nevado, ¡¡por fin!! (en Navidades preferimos emigrar a tierras más cálidas y nos perdimos el metro de nieve que dicen que cayó) y lo estamos disfrutando (si no todos, casi todos), porque el invierno, con nieve, mola.
En realidad empezamos regular, la semana nos atacó un virus estomacal que dejó a Olivia unos días bajo mínimos, aunque ella, que no es tonta, aprovechó para dejarse querer: se bañó a mediodía con las gafas de bucear, desayunó en la cama, a capricho y disfrutó de sus regalos de Reyes, aunque a mí me supuso perderme una fiesta sorpresa y una cena en el restaurante de moda...
En cuanto mejoró nos fuimos a montar en trineo, que hacía dos años ya y oye, ¡teníamos mono! La segunda vez nos acompañó Rodrigo (Gonzalo tiene demasiada vida social últimamente, entre el curso de esquí de los sábados y sus compromisos de los domingos no le vemos el pelo. ¿Debería preocuparme?)
Y por último, Olivia esquió... Y yo di rienda suelta a mi obsesión con los barridos.
¡Preciosas fotos como siempre! ¡Qué pena que estés lejos porque para el nuevo blog necesitábamos fotógrafa! ;(
ResponderGracias Lola, cachisenlamar...!!! A distancia no os valgo? ;)